29 de abril de 2011

Do-re-mi

Llego a un bar minúsculo y subterráneo en el que me dicen mis fuentes que el café es maravilloso. El camarero sale de la oscuridad y se me acerca cantando “Mambrú se fue a la guerra, qué dolor qué dolor qué pena, Mambrú se fue a la guerra, no sé cuándo vendrá, ¿qué vas a tomar?”, y yo, “do-re-mi, un cortado”, y él, “do-re-fa, ¿natural, barraquito?”, y yo, haciendo por no reírme ni cantar más, “natural”, “¿y de comer?”, “no, nada, gracias”. Entonces el camarero desaparece durante unos minutos, y yo, mientras, miro los tres metros cuadrados de bar que tengo alrededor. Hay fotos antiguas de la ciudad y del puerto clavadas con chinchetas en la pared verde. Cuando vuelve con el cortado, el camarero me pregunta, con la más absoluta normalidad, “¿tú cuando eras chica jugabas al brilé?”. “Sí”. “¿Y se te daba bien?”. “Más o menos”. “Seguro que ibas a colegio de monjas”. “Sí”. “Claro. Es un juego de colegio de monjas”. “Como el pañuelito”. “Yo prefiero el brilé”. “Yo también”.

El café está muy bueno. Ay, cómo me gusta Santa Cruz.

15 de abril de 2011

Escorbuto

Papá nos reparte naranjas chinas y nos dice que tenemos que comer fruta, que las vitaminas son muy importantes y no se puede vivir sin ellas. “Sí se puede”, decimos nosotros. Entonces Papá nos explica que antes los marinos se embarcaban y se pasaban meses tomando sólo pan bizcochado, agua, y ron, y a veces pescado; a nosotros eso nos parece un asco, aunque si el pescado fuera atún de lata con mayonesa... Papá sigue, no había neveras y los marinos no se podían llevar la fruta, porque se echaba a perder y la bodega del barco se llenaba de gusanos, y como la gente no comía vitaminas les daba una enfermedad que se llama es-cor-bu-to, y les pasaban un montón de cosas horribles, por ejemplo, se les caían los dientes, y se llenaban de manchas moradas, y las cicatrices que ya tenían cerradas se les volvían a abrir, y si se habían roto algún hueso, se les volvía a romper solo y no se volvía a pegar. ¿Y les salía sangre? Sí. ¿Y se les salían las tripas por la barriga para afuera? Según. ¿Y les dolía? Mucho. ¿Y a los piratas también les pasaba eso? Sí, a todos los que no comían fruta. Así que cuidadito.
Nos tragamos las naranjas y pensamos. “Vale que yo era el capitán pirata”, le digo a mi hermano el segundo, “y tú eras otro pirata, pero mandabas menos y te amotinabas”, y mi hermano el segundo no me hace caso, así que le hablo a mi hermana la tercera, “y entonces de repente nos daba el escombruto a todos y echábamos sangre hasta por los ojos y teníamos que buscar fruta como fuera y desembarcar en una isla”, y mi padre, "escorbuto, se dice escorbuto", y mi hermano el segundo, “vale que el capitán pirata era yo y cuando tú te amotinabas mandaba que te lanzaran a los tiburones”, y yo, “vale que yo entonces te escupía sangre a la cara, y unos cuantos dientes, y tú te morías de asco, porque eres un escrupuloso”, y mi hermana la tercera, “vale que yo era contrabandista y tenía un alijo de fruta y se lo vendía a ustedes y me hacía rica millonaria”, y mi hermano el cuarto “¡ta!”, y yo, “vale que los piratas te robaban el alijo y te mataban para que te estuvieras callada”, y mi hermana la tercera, “vale que yo volvía en fantasma para castigarles”, y mi hermano el segundo, "vale que yo los torturaba a todos", y mi hermano el cuarto “¡ta!”.
Papá habla solo. Dice "ah, qué educativo todo", y se come una naranja.