Señor alto: ¿Al final pudiste encontrar pollo-de-corral-ecológico?
La Lupe: Sí. Carísimo. Y amarillo. Buena señal, ¿no? A no ser que los tiñan, a los pobres.
Señor alto: Creo que les ponen colorante en el pienso. Que, por cierto, es de millo transgénico.
La Lupe: Es un asco todo. Deberíamos criar los pollos nosotros.
Señor alto: ¿En el cuarto de la tele?
La Lupe: En la azotea. Los podemos tener arriba, hacerles unas casetas, alimentarlos bien; los dejamos que anden sueltos y se entretengan, que tomen el sol...
Señor alto: Les ponemos televisión de pago...
La Lupe: No, en serio. Y los fines de semana los sacamos al monte.
Señor alto: Cómo, los fines de semana. No los puedes tener encerrados tantos días.
La Lupe: En nuestra azotea no estarían encerrados, y no quiero entrar en detalles sobre la vida que llevan en las granjas, los animalitos...
Señor alto [sin hacer ni caso]: No, mira, tú los sacas con la Pini, a media mañana, a que tomen el aire y hagan amistades, y luego yo por la noche los llevo a todos a la plaza, a jugar a la pelota. Luego, los miércoles, a la piscina, y...
La Lupe: No. De todos modos, ninguno de los dos íbamos a ser capaces de matarlos...
Señor alto [escandalizado]: ¿Matar a mis pollos futbolistas?
La Lupe: Ya me imagino la casa llena de pollos de todos los tamaños, en la mesa del despacho, en la alfombrilla de la ducha...
Señor alto: Durmiendo en la alcoba con nosotros.
La Lupe: Viniendo a recibirnos a la puerta.
Señor alto: Cantando al amanecer.
La Lupe: El guano, las denuncias de Sanidad, la Pini con la boca llena de plumas, el desahucio...
Señor alto: Nada, nada, está claro, nos hacemos vegetarianos.