Cuando el ordenador de Alberto fue y se murió, llevándose consigo las 752 páginas de su primera (y única) novela, "Catafalco", Alberto se quedó un segundo sin respiración. Le dio un golpecito a la pantalla, azul brillante, reinició la máquina, pero no. Nada. Así que, con enorme dignidad, Alberto se desabotonó la camisa, se quitó los zapatos y el cinto, abrió la ventana y se tiró de cabeza.
Nadie lo entendió. Su familia lo enterró con la más profunda sorpresa. Su hermano, que heredó el ordenador, lo llevó arreglar y se encontró con el manuscrito. Se gastó todos sus ahorros en editar el libro, que fue un fracaso.
Claro. "Catafalco". Qué esperabas.
Nadie lo entendió. Su familia lo enterró con la más profunda sorpresa. Su hermano, que heredó el ordenador, lo llevó arreglar y se encontró con el manuscrito. Se gastó todos sus ahorros en editar el libro, que fue un fracaso.
Claro. "Catafalco". Qué esperabas.