[En la azotea de casa, a las siete de la tarde]
Madre: Vístete, hombre, de verdad, yo no sé qué haces todo el rato en pelotas.
Niño de tres años [muy digno]: Es verano.
Madre: Ya, pero te puedes poner un bañador, unos pantalones cortos, algo. No está bonito que vayas siempre desnudo.
Niño de tres años [filosófico]: Cada uno es cada uno.
Madre [sorprendida]: Sí.
Niño de tres años: Además, al cole voy vestido.
Madre: Claro. Eso no es negociable.
Niño de tres años [cambiando de tema]: ¿Sabes qué aprendí en el cole?
Madre: ¿Qué?
Niño de tres años: ¡Caraculo!
Madre: Ah, mira qué bien. Corre y díselo a tu padre, anda.
Niño de tres años: Ya se lo dije ayer. Cuando me mandó a vestirme.
Madre: Y ponte unos zapatos. Haz el favor. Ya.
Niño de tres años: Yo sin zapatos soy más feliz.
Madre: Dios. No me queda nada.