Aquí tienen una lista de las cosas que le he sacado de la boca a Pinito en los últimos diez días. Sólo les pongo las que puedo escribir sin que me entren ganas de vomitar. Aún así, verán que desde que estoy criando a Pinito he ganado bastante en términos de estómago. Antes era más delicada, yo.
Un hilo de pescar de 45 centímetros de largo al que iban unidos dos anzuelos y la cabeza de una boga.
Un chupachús MegaKojak Sabor Cereza seminuevo (propiedad de mi hermana).
Un Mars Delight nuevo, a estrenar (también de mi hermana).
Seis zapatos variados, nueve calcetines y cuatro piezas de ropa interior.
Una barra de labios rosa suave.
Un teléfono móvil Nokia (not connecting people anymore).
El libro de César Millán.
Un ratón con la mitad de las tripas fuera.
Media lagartija (seca).
Un tuno indio.
Un trozo de alfombra.
Muchos chicles (propietarios no identificados).
Medio pan (verde).
El arnés y la correa de la perra Pulga.
Un rotulador permanente negro.
Un rollo de cinta aislante.
Cinco cojines buenos (propiedad de mi madre) y cuatro baratos (míos).
Un cinturón (mío).
Seis piezas decorativas de potpourri al aroma de lavanda con forma de piña.
El mando de la tele.
Un bote de vitaminas marca Supradyn.
Los restos de una pelota amarilla de caucho que me juraron, en la tienda de animales, que se usaba para adiestrar pastores alemanes y que era total y absolutamente irrompible (p.v.p. 4.5 euros)
Un calabacino.
A veces pienso que me gustaría devolver a Pinito al parque.