12 de abril de 2012

Con arroz y tomate


La Lupe está en el sofá, atenta a la pantalla del ordenador. Pinito se acerca y la mira fijamente.
Pinito: Jefa.
La Lupe no la escucha.
Pinito: Jefa. Jefa. Jefa. JEFA. JEFA.
La Lupe: Qué.
Pinito: Que me des de comer.
La Lupe: Ya comiste.
Pinito [poniendo cara de Oliver Twist]: Sí, pero quiero más.
La Lupe: No, que estás gorda.
Pinito [ofendida]: Tú también, y comes lo que te da la gana.
La Lupe: Aquí la que manda soy yo. Además, no como lo que me da la gana, no es verdad. Si fuera así hoy pondría arroz negro de primero, y croquetas, y secreto ibérico, y luego...
Pinito: Jefa. Céntrate. Dame comida.
La Lupe: Que no, que no te conviene.
Pinito [fría]: Ah, si vamos a hablar de lo que conviene y lo que no...
La Lupe: ¿Qué?
Pinito: Nada. Que a ti te parecerá que estoy gorda, pero en realidad soy pequeña y ágil, y me meto debajo de los sillones y las mesas, y veo y oigo cosas...
La Lupe: ¿Y qué?
Pinito: Cosas que probablemente no querrás que se sepan.
La Lupe [toda digna]: ¿Como por ejemplo?
Pinito: Como que estás a dieta, pero el otro día te mandaste tres huevos fritos con papas y ajitos por encima. O como la cantidad terrorífica de chocolate y frutos secos que te tragas a escondidas.
La Lupe: Son muy sanos. Omega tres y antioxidantes y...
Pinito: ¿Y entonces por qué te escondes?
La Lupe: No me escondo. Todo el mundo tiene derecho a disfrutar de un poco de intimidad.
Pinito: Ya. Supongo que si respiraras y masticaras mínimamente no te daría tanta vergüenza.
La Lupe: Pero mira, perra, yo a ti no te debo explicación ninguna.
Pinito: No, no. Ni a tu madre tampoco.
La Lupe: ¿Eh?
Pinito: Vamos, que ella no tiene por qué saber  que es mentira eso que dices de que usas muchísimo la vaporera que te regaló. Que ni la has sacado de la caja todavía, y la tienes en el trastero, y la quieres vender en Ebay.
La Lupe: Es que es un aparato triste. Pescadilla al vapor. Dan ganas de llorar.
Pinito: O tu hermana. Ella tampoco se tiene que enterar de que...
La Lupe: Bueno, ya basta.
Pinito: Tengo hambre.
La Lupe: ¿Sí? Pobrecita. ¿Quieres una lata de sardinas?
Pinito: Pero con arroz y tomate.
La Lupe: Bueno. Mira, y una cosa, ¿estuviste leyendo mis libros otra vez, verdad?
Pinito [estirándose]: No. Yo soy más de series.
La Lupe:A mí no me engañas. Esto es puro Saki. Tobermory, vamos. 
Pinito: ¿Y mis sardinas?
La Lupe: Voy.

9 de abril de 2012

(Pequeño paréntesis)

(Estimadas criaturas, los señores de Blogger lo han cambiado todo, y, como consecuencia de su afán de innovación, a algunos de ustedes mis inspiradas palabras se les presentan descuadradas y con erratas. Sepan que sigo tan maniática como siempre con las tildes y los espacios y las mayúsculas, y que la culpa de todo es de los señores de Blogger. Le he dado todas las vueltas posibles al blog, lo he abierto con Mozilla, con Chrome, con el Explorer (sí, aún existe); he intentado arreglar el problema desde un Mac y desde el móvil, incluso desde el microondas, y que si quieres arroz Catalina. Así que lo siento mucho. Si alguien tiene sugerencias las recibiré con alegría. Señores de Blogger, vayan  ustedes al guano)

2 de abril de 2012

Balance del 02/04/12

Llamadas de empresarios que requieren mis servicios y están dispuestos a pagar por ellos: 0.
Correos electrónicos felicitándome y notificándome que he pasado con éxito a la siguiente fase del proceso de selección de personal: 0.
Facturas pendientes cobradas: 0.
Ganancias en el juego: 1,50 euros (del Gordo de la Primitiva).
Ideas luminosas para salir de la pobreza: 0.
Dolores de barriga: 1.
Despelusamiento estructural: 1.
Ganas inexplicables de ser pelirroja y tener pecas: 96.
Horas pasadas en la cocina, fregando, guisando, horneando, lavando: 5.
Técnicos que vinieron a instalar una persiana y lo llenaron todo de porquería de procedencia desconocida: 1.
Paseos perrunos: 3.
Conversaciones inevitablemente idiotas con señoras del barrio que terminan todas las palabras en -ito o en -ita y que me llaman "doña": 1.
Colas en las dependencias del ayuntamiento: 1 (larga).
Café festivo con amiga: 1.
Regalos inesperados: 1.
Seres de origen prehistórico que pretenden ligar conmigo y/o venir a comer a casa: 1.
Seres elegantemente informados de que vivo con un señor muy alto y muy serio al que no le gusta compartir las cervezas ni las judías con chorizo de su propiedad, y menos con desconocidos, y menos con desconocidos de origen prehistórico: 1.
Mejora de la autoestima atribuible al mencionado intento de ligue: 0.
Procesiones de Semana Santa con banda de cornetas y tambores que se cruzan en mi camino (y el de la Pini): 2.
Maldiciones y blasfemias: 2.
Oportunidades para usar la palabra "ponzoña": 1 (en el Apalabrados).
Dudas sobre si me estaré volviendo (más) loca: 3.



1 de abril de 2012

Yes we can


En casa de mis padres hay una habitación misteriosamente enmoquetada. En color crema. No se sabe por qué. Nunca ha habido ni un centímetro cuadrado de moqueta en el resto de la casa. La habitación tiene una ventana grande, un ropero empotrado, un arcón, una mesa, ninguna silla y una bicicleta estática. Y un mueble indeterminado atravesado en el quicio de la puerta para que no pasen los perros. Porque los perros de esa casa (nunca menos de tres ni más de seis) son muy aficionados a la moqueta. ¿Por qué no se deja la puerta cerrada? No se sabe. Es un misterio. Además los perros grandes saltan por encima del mueble, los perros pequeños se arrastran por debajo, y todos terminan, en el mejor de los casos, durmiendo la siesta en la moqueta, a la sombra de la bici. En el peor de los casos hay que echarlos, castigarlos y limpiar entre grandes maldiciones.
La habitación no se usa para nada concreto. Simplemente está ahí. Aunque esta semana había una figurita de la Virgen del Carmen, otra de Santa Rita y una vela roja encendida delante de cada una. Porque yo estaba pendiente de un puesto de trabajo, y pasé por un examen y una especie de entrevista. Todavía no me han dicho nada. Mi madre puso las figuras y las velas, cosa que la obligó a pasar varias veces por encima del mueble indeterminado, dando un brinquito; para llevar las figuras, las velas y el mechero, para echar a los perros que habían saltado o se habían arrastrado detrás de ella.... Pinito, por su parte, tenía especial interés en comerse el fuego y las velas y en rascarse la espalda contra los pedales de la bici y en asomarse a la ventana. Y, si la hubieran dejado, se habría cagado allí mismo, que ella es muy expresiva y le gusta dejar huella de su paso por el mundo, sobre todo en sitios señalados, como la puerta del Parlamento, la oficina del Censo Electoral, el Cortinglés o el Banco de España. Pero mi madre la cogió a tiempo, justo cuando empezaba a arquear el lomo, y la puso fuera.
Entonces se acercó a las figuritas, les dio unos golpecitos cariñosos en la cabeza y les dijo, bajito, “venga, como Obama, yes we can".