23 de julio de 2009

Será

Cada tanto vengo aquí a ver si he escrito alguna cosa, y no. Será que me pasa algo. O que estoy de vacaciones en Jamaica. O a lo mejor se me rompió el ordenador, o me cortaron el teléfono...
Me voy a mandar un correo, a ver.

14 de julio de 2009

Basado en pirados reales

[Pinito y la Lupe pasean por el centro de Santa Cruz. No se hablan. Pinito está ofendida porque la Lupe la cepilló por la violencia para quitarle unas espiguillas que se le habían pegado a las cejas, a los bigotes y al tupé después de la excursión del domingo. La Lupe está de malas no sólo porque Pinito se haya resistido bastante al cepillado y le haya dejado los brazos llenos de moretones, sino porque la afición de la perra a la decoración de interiores está yendo demasiado lejos: ahora dedica sus ratos libres a abrir un agujero en la pared de la entrada. Con los dientes. Y qué querrá poner ahí, se pregunta la Lupe, una vasija de cobre batido, una figurita, qué. En ese punto, una señora mayor cargada de bolsas rojas, de esas de las rebajas del cortinglés, mira a Pinito, frena en seco y asalta a la Lupe en medio de la acera]

Señora: Mira, perdona, ¿la perra de dónde es?

La Lupe [a la defensiva]: Cómo de dónde... De aquí. Es mía.

Señora: ¿Pero la compraste, te la regalaron?

La Lupe [arruga la frente y piensa “la pedí por catálogo, colección Perros Satos Otoño/Invierno 2008-2009”]: No, la recogí de la calle.

Señora: ¡Ajá! ¿De qué calle?

La Lupe: Del Parque Santa Catalina.

Señora: ¿Eso dónde es?

La Lupe: ¿Pero usted es de la policía o qué?

Señora: No, es que yo tengo una amiga que era la dueña de esa perra, y la regaló, y luego se arrepintió y la quiere recuperar. Una depresión tan grande que se cogió, la pobre...

La Lupe: No, ésta no es. Ésta es mía desde chiquitita.

Señora [gritando]: Sí es. Es la de mi amiga, la misma.

La Lupe [en voz baja pero peligrosa]: No es. Y mire, no haberla regalado.

Señora: Sí es, que yorkshires de Alaska blancos y negros de pelo duro hay muy pocos.

La Lupe: ¿Cómo?

Señora: Marroncitos sí hay, pero como ésta no. Son muy raros. Cayetana, Cayetana, ven, ven aquí conmigo.

[Pinito pasa]

La Lupe [muy digna]: Señora, que se equivoca usted. Adiós.

Señora [siguiéndola calle arriba]: ¿No te da pena, mi amiga llorando en su casa y tú aquí disfrutando de la vida?

La Lupe: No. Esta perra es mía. Y no es un yorkshire de Alaska ni nada. Es un chucho. Y se come las paredes. Además, yo no disfruto de la vida. Déjeme, déjeme quieta, de verdad.

Señora: El Señor te va a castigar.

La Lupe: Ya me tiene castigada ya.

Señora: Dame tu teléfono. Dime dónde vives.

La Lupe: Pinito, ataca.

[Pinito pasa]

Señora: Voy a llamar a un guardia.

La Lupe: Estupendo. Tengo los papeles de la perra perfectamente en regla. Acaba de pasar la revisión de los diezmil.

Señora [buscando el móvil en el bolso]: Al cerounodós voy a llamar.

La Lupe: Pues les cuenta la misma historia que a mí, que seguro que les encanta. Adiós.

Señora: ¿Oiga? Sí... Que aquí hay una mujer que tiene una perra que era de una amiga mía... Que la regaló... Pero que ahora la quiere otra vez... Y no se la quiere devolver... Y se va, y no hay guardias a la vista...

La Lupe [lejos ya]: Pinito, ¿tú te quieres llamar Cayetana y vivir en una casa con muchas paredes nuevas? ¿Eh?

[Pinito pasa]


12 de julio de 2009

No es falta de cariño

Es que estoy sin historias. Acepto donaciones.