11 de agosto de 2012

Parque (114)

La Lupe, toda disciplinada, va a correr al parque a las ocho de la mañana. A veces antes. Pinito la acompaña. A esas horas no hay gente y se ven más animales de lo habitual. Un loro del Amazonas. Una bandada de cotorras verdes con el pico rojo. Mirlos. Gorriones morunos. Libélulas. Ratas. Ah, la biodiversidad.
La Lupe llega al sitio donde suele hacer el calentamiento y empieza a rotar los tobillos. Ahí, debajo del tamarindo, hay un señor en pantalones cortos que mira hacia arriba y tira besos al aire. La Lupe no dice nada. El señor saluda. "Es que hay un periquito ahí perdido, azul, ¿lo ves?". El tamarindo es enorme y frondoso. Para que la Lupe lo viera, el perico tendría que estar lanzando bengalas de salvamento. "No". "Sí, mujer, ahí", y señala. "No, lo siento, no lo veo". "Bueno, pues esta ahí y voy a ver si acude a mi llamada, porque las cotorras lo van a avasallar al pobre; estos animales no se saben valer en libertad". La Lupe se da cuenta de que  el señor, que sigue tirando besos, tiene una jaula de esas antiguas, de madera y alambre, con la puertita abierta, y se enternece. El perico puede elegir; un parque entero, con árboles tropicales, cincuenta especies de flores, bambúes, fuentes, gente que reparte millo y pan de ayer, o una jaula del tamaño de una caja de zapatos y un señor.
La Lupe arranca a correr. De fondo sigue oyendo besos volados.

4 comentarios:

Reina del Mango dijo...

Grande Lupe.

Pipa dijo...

Cada día te pareces más a Galeano.

aire dijo...

Pipa, por favor, deja claro que el gradísimo parecido es en lo literario, que ya la estoy viendo correr a pedir cita a la peluquería.

Pipa dijo...

Si se pareciera a Galeano en lo capilar, no se le habría perdido nada en la peluquería, aire.