15 de noviembre de 2010

Catafalco

Cuando el ordenador de Alberto fue y se murió, llevándose consigo las 752 páginas de su primera (y única) novela, "Catafalco", Alberto se quedó un segundo sin respiración. Le dio un golpecito a la pantalla, azul brillante, reinició la máquina, pero no. Nada. Así que, con enorme dignidad, Alberto se desabotonó la camisa, se quitó los zapatos y el cinto, abrió la ventana y se tiró de cabeza.
Nadie lo entendió. Su familia lo enterró con la más profunda sorpresa. Su hermano, que heredó el ordenador, lo llevó arreglar y se encontró con el manuscrito. Se gastó todos sus ahorros en editar el libro, que fue un fracaso.
Claro. "Catafalco". Qué esperabas.

12 comentarios:

Arantza dijo...

...y Alberto no debía de ser un maniático catastrofista como servidora, porque yo me hice copias de la infausta tesina en llaves USB, en el servidor de la universidad y en Google Docs. y creo recordar que en mis momentos de mayor angustia me la mandaba por correo. Es verdad que los títulos son vitales, señora. O mortales.

Blanca Villa dijo...

Pobre Alberto... Pero, peor: pobre hermano carroñero... ¡Tch! Me alegro muchísimo de la renovada actividad de éste, su blog, joven. ;)
B.

la de Dibujo dijo...

Nunca entenderé ni lo de los zapatos ni lo del cinturón. Del mismo modo que no entenderé por qué, en las películas, la gente se corta el pelo o se lo rapa antes de suicidarse.

Como algún día me dé por suicidarme y no me apetezca hacer ninguna de esas cosas antes, me quedaré con una intriga de lo más incómoda.

Reina del Mango dijo...

¡Lupe!

Esperanza dijo...

Jajaja! Fantástico regreso, Mery. Y estás guapísima en la foto. Pinito parece que va a cantar ópera.

Arantza dijo...

Oh, pues a mí me encantó la foto de Pinito oprimida por los dos chihuahuas de su madre, señora.

aire dijo...

¡Ay, Arantza! Yo también me mando a mí misma copias y más copias de la programación didáctica que me piden en mi perenne oposición. Lo triste es que cuando la recibo, ni yo misma me la leo.

El día que yo me suicide creo que haría un gran bien quemando antes la casa, más que nada para que no tuviera nadie que recoger tantas copias de la programación didáctica y otras birrias.

Claudio Colina Pontes dijo...

Oh, Lupe, el Argumento (así, con mayúsculas, entendido de modo ecuménico) te tiene poseída.

Ginebra dijo...

Pues escribir más de 700 páginas con ese título ya tiene mérito, eh.

La Lupe dijo...

Hola, hola.

Madame, yo también soy muy dada a hacer infinitas copias de seguridad, pero siempre termino liándome con las versiones o guardando los documentos en formatos imposibles y/o inexistentes.

Blanca, gracias... Y sí, pobre Alberto. Le pasa por afanado. Se hubiera esperado un poco.

Pipa, verás, yo creo que si me fuera a echar por la ventana haría como si me tirara al agua: me quitaría todo lo que me molestase o me apretase. El pelo no. El pelo me lo dejaría.

¡Reina! ¡Yuju!

Gracias, Aracne. Pinito no canta. Más bien aúlla y hace cosas de murciélago o de suricato.

Madame, la puse en el facebook, la foto esa del sometimiento perruno, digo, que aquí no conseguía que se viese bien.

Aire, no te suicides, por favor. Y no quemes nada. Bueno, las programaciones sí las puedes quemar si les tienes mucho coraje.

Ernesto, totalmente poseída. Y la culpa es tuya.

Gin, los escritores serios son todos así. Escriben a lo grande, nunca menos de 500 páginas; si la historia no es deprimente no les mola; y cuando se les escoñeta el ordenador se desesperan y se lanzan al vacío.

Anónimo dijo...

Ole!!!, que guapa estás, creo Alberto debería haber escrito su libro por capítulos en un blog, seguro que le hubieran hecho comentarios que le hubieran orinetado y animado parahacer una novela de éxito.
Que aliegría da leerte desde Córdoba. Recuerdos de Canela

Moisés Morán dijo...

Yo creo que tenía ganas de suicidarse...